martes, 29 de septiembre de 2009


Miriam P. Blanco, nació el 1 de Abril, en la cuidad de Mar del Plata, Argentina. A la temprana edad de 8 años, comenzó a escribir sus primeras poesías.

En el año 1998 una antología de poemas denominada “Antología, 1998”, quedó seleccionada para el “Concurso Internacional de Poesía”, de Ediciones Nubla.

En el año 2007 publicó dos de sus libros de

cuentos infantiles: “Cuentos del corazón” y posteriormente “Cuentos para aprender”, a través de la Editorial Santamaría. Sus libros tuvieron buena proyección a nivel nacional e internacional

reeditándose desde la fecha hasta la actualidad.

En los años 2007 y 2008 fue invitada a participar de la Feria Internacional del Libro de la cuidad autónoma de Buenos Aires. En el año 2008, narró y musicalizó uno de sus cuentos dentro del espacio “Cuentacuentos”. Esta presentación tuvo muy buena repercusión.

También participó de la Feria Internacional del Libro de Mar del Plata, su cuidad oriunda, en el año 2007.

En el año 2008 fue invitada a participar de la Feria de las Colectividades de su ciudad, en donde recreó de manera oral uno de sus cuentos.

Hasta la actualidad continúa con su labor literaria, dedicándose principalmente al público infantil. Tiene escritas novelas, poesías, cuentos cortos, y obras de teatro (entre ellas “Más allá del hechizo”, obra que musicalizó con canciones de su autoría).

Un angelito en apuros


Desde hace algunos días el cielo está vestido de fiesta, esperando la llegada de Panchito, un nuevo angelito de Dios. Los Arcángeles se preparan para ir a su encuentro y Jesús le pide expresamente a su Apóstol Pedro, que tenga a bien recibirlo.
Como Pedro desconoce el destino que se le va a asignar a tan nuevo servidor, mientras habla con Jesús, piensa en la apropiada misión de Panchito y decide esperar su llegada para hacerlo integrar el Coro Celestial, hasta nuevo aviso.
Pero al arribar al cielo, el pequeño angelito tropieza con una nube muy espesa y cae encima de Pedro, quien hasta pierde sus llaves en el intento de contenerlo.
Mas él, con voz adusta y ceño fruncido le dice:
- ¡Pero, jovencito impertinente! debes tener más cuidado con lo que haces, no seas tan atropellado ¿entendido?, o vas a tener muchos problemas aquí, amiguito.
- Disculpe señor... Don... ¡Don Pedro!, pero esta nube es tan espesa que no pude evitar tropezarme con ella, aunque no va a volver a ocurrir, "se lo prometo como que me llamo Panchito".
- ¡Oye muchacho, no prometas nada, sólo cumple!¡Y otra cosita más, no me digas Don, no me agrada demasiado! ¿Entendido?
- ¡Sí, sí, claro, claro, D... Pedrito! -abriendo los ojos enormemente, el angelito casi iba a repetir otra vez el Don.
- ¡Otra vez, mi amigo no me digas Don! -con cierto fastidio- mas hazme el favor de permanecer callado ¿quieres?
- ¡Sí, señor a la orden! -dice Panchito, mientras hace la venia, entre tanto Pedro lo observa con sumo disgusto, entonces Panchito, con su cabecita baja y sus alitas acurrucadas, parte para integrar el coro celestial. se lo nota avergonzado por su torpe proceder.
Pedro, en tanto, comienza a inquietarse por las características del pequeño y decide rápidamente transmitir a Jesús sus dudas acerca de la misión que le corresponde al joven angelito. El Maestro nota la preocupación de Pedro y le pregunta:
- ¿Qué está ocurriendo aquí?
- Bueno... no sé como empezar pero, me ha puesto de un humor increíble el angelito nuevo. Es torpe y se equivoca con facilidad.
- Debes tenerle paciencia ya que todos mis ángeles, aún los que se muestran torpes, tienen un lugar y una misión en el Cielo.
- ¿Pero, que misión puedo darle mi Señor?
- Quiero que pruebes y, lo que mejor haga, será su misión.
- Pero... usted jamás me pidió algo así.
- Bueno... digamos que siempre hay una primera vez. ¡Tú vas a ser responsable de su proceder!
- ¡Sí, claro que sí Maestro!
- Entonces no se hable más y manos a la obra. ¡Ah... Pedro casi me olvido, te deseo mucha suerte, en tu nueva misión!- el Apóstol se retira murmurando en voz baja:
- No sé porque... pero creo que la voy a necesitar.
- ¿Qué ocurrre mi buen amigo? -pregunta con énfasis Jesús.
- ¡Oh, nada, nada, mi buen Salvador!
- ¡Mejor así, entonces, adelante!

Panchito está cantando, sin hallar entonación alguna y el Director del Coro -un ángel muy enérgico- termina por decirle que se retire y no torture los oídos del resto de los presentes.
El pequeño se retira muy triste y con las alitas más acurrucadas que nunca, pensando que todo le sale mal. En el camino se encuentra con Pedro y, al verlo Panchito lo abraza y salta de contento, se siente emocionado al verlo.
- ¡Panchito, espera, espera!, ¿Qué te ocurre jovencito impaciente?
- Nada, es que lo extraño mucho, ¿sabe una cosa señor Pedro?
- ¿Qué te ocurre, mi pequeño?
- Me sacaron del Coro proque desafino tanto que voy a romperles los tímpanos a todos si sigo así.
- Bueno, ya lo sé, te estuve escuchando y eres más desafinado que una rana con anginas. Mejor es que... te ocupes de la limpieza del Cielo o, tal vez... ¡Ya sé: te voy a llevar a la lavandería! y ahí sí, espero que seas útil, mi buen amigo.
- ¡Usted va a estar orgulloso de mí! ¡Ya lo va a ver!
- Sólo voy a estar contento si cumples con tu trabajo.

De pronto se oye estallar una caldera en el Cielo y Pedro, alarmado, pregunta: - ¿Pero... y ahora, qué ocurre?
Se ve a San Miguel de Arcángel todo tiznado y desgreñado, acompañado por otros ángeles en la misma condición, expresando a viva voz:
- ¡Es Panchito, Señor, es Panchito que le dio mucha presión a la caldera, hasta que voló todo!
Entonces Pedro vuelve a hablar con Jesús y le manifiesta:
- ¿Sabe una cosa?, no se que hacer con el angelito. En el lugar donde logro ubicarlo, termina por hacer un desastre: estallan calderas o desafina tanto que termina por arruinar el Coro Celestial.
- Sólo debes tener paciencia, Pedro, si está aquí con nosotros es porque tiene sentimientos nobles. Sólo debes descubrir su misión.
- ¡Si tan solo me diera una pista, me ayudaría mucho, estoy desorientado cual estufa que no enciende, y como angelito sin alas!
- Simplemente observa a ese pequeño y pronto sabrás cual es el camino que debes tomar.
- Espero descubrirlo antes que destruya el Cielo y tengamos que mudarnos al Purgatorio.
- No te quejes, protestón, aunque esta vez voy a acompañarte, para ver que ocurre con mi angelito destraído.

Al rato, Jesús y Pedro ven a Panchito sentado en una nube, tan triste como melancólico lo observan y, mientras se acercan perciben en la tierra a un niño en peligro de muerte. El angelito, sin vacilar, pega un salto sorprendente y vuela raudamente para socorrer a ese niño, antes de que lo arrastre el agua torrentosa de un río desbordado. Lo cubre con sus alitas y el niño logra salir del problema como por arte de magia.
Panchito está tan feliz que no puede creer que su misión haya sido un éxito. Baila y canta después de tan importante logro ya que, hasta el momento, nada le había salido muy bien que digamos.
Jesús, sonriente observa a Pedro que está tan sorprendido como el propio angelito y en ese mismo instante le dice:
- ¡Pedro, déjalo cantar aunque desafine, déjalo bailar aunque no lo haga bien! Ya ves que se trata sólo de ayudar y tener paciencia, y vas a ver que siempre hay una misión, para cualquiera de los talentos que aquí existen! ¿Quién diría que esa es la misión de Panchito, verdad?
- Es verdad, Maestro. Panchito no va a integrar el Coro Celestial ("por suerte") -mirando a Jesús con ojos pícaros - pero va a tener una misión muy importante: "Protejer a todos los niños del universo".
- Necesitamos muchos Panchitos más, Pedro, pero dejemos que él mismo se encargue de buscarlos. Seguro que los va a encontrar.


Moraleja:
Jamás debemos jusgar a los demás ni a nosotros mismos por lo que no podemos lograr, todo tiene su tiempo y todos tenemos misiones diferentes. Sólo el hombre con su egoísmo genera diferencias, ya que todos somos iguales aunque nuestro proceder y nuestras capacidades sean distintas.

Cuento extraído de los nueve que conforman el libro "Cuentos del Corazón" de Miriam Blanco. Editorial Santa María.
I.S.B.N. 978-987-616-002-5